Osona, Una Tierra Hecha Para Los Buscadores De Setas del Hotel J.Balmes Vic en Vic. Web Oficial.
Osona, una tierra hecha para los buscadores de setas
En Osona, el otoño huele a tierra húmeda y hojas secas. Los bosques del Montseny, las Guilleries, el Lluçanès o el Collsacabra se convierten en escenarios de una auténtica pasión colectiva: salir a cazar setas. Esta expresión tan propia de la comarca ya dice mucho del carácter del territorio: aquí cada seta es un hallazgo, y cada receta, una herencia.
Los habitantes de Osona llevan siglos llenando cestas y despensas, manteniendo viva una tradición que nació cuando recolectar y cazar eran actos de supervivencia. Hoy, esta afición se ha transformado en cultura, gastronomía y orgullo local.
Setas: del bosque al plato
El bosque osonense es tan rico que casi podría escribir su propio recetario. Ceps (boletus), níscalos, llanegues, rebozuelos o trompetas de la muerte dan vida a una cocina de sabores intensos, profundamente ligada a la tierra.
Las setas no solo aportan sabor, sino también identidad. En las casas rurales de antaño ayudaban a “dar cuerpo” al plato cuando la carne escaseaba. Se secaban, se conservaban en salmuera o en vinagre, y se incorporaban a los guisos de invierno para darles fuerza y aroma. Hoy siguen siendo protagonistas en muchas mesas: butifarra con níscalos, trinxats con fredelucs (tricolomas), manitas de cerdo con llanegues o arroces con ceps y rebozuelos son platos que explican el paisaje mejor que ningún mapa.
Los grandes clásicos del bosque de Osona
Hay setas que forman parte del patrimonio gastronómico de la comarca. Los níscalos, omnipresentes en los pinares; los rebozuelos, delicados y fragantes; los fredelucs, que llegan con los primeros fríos; o las llanegues negras, muy apreciadas por su textura sedosa y su sabor profundo.
Otras especies, como las trompetas de la muerte o los ceps, han pasado de ser rechazadas por los recolectores de antes a convertirse hoy en ingredientes estrella de los restaurantes de la zona. La cocina osonense, fiel a su entorno, ha sabido reinventarlas sin perder su esencia.
La caza: tradición y respeto por la naturaleza
La cocina de caza comparte con las setas la misma filosofía: aprovechar lo que ofrece la tierra, con respeto y equilibrio. En Osona, la temporada de otoño es también tiempo de platos de caza: civets de jabalí con vino tinto y llanegues, estofados de liebre con rebozuelos, codornices con ceps o paté de perdiz.
Son platos de fuego lento, de aromas profundos, que evocan las cocinas de siempre y el calor de las masías. Muchos restaurantes de la comarca mantienen vivo este legado, reinterpretándolo con toques modernos, pero sin traicionar su espíritu: la cocina de bosque y de otoño.
Dónde probarlo
En Vic y sus alrededores abundan los restaurantes que trabajan con producto local y de temporada. Desde menús de caza en fondas y casas tradicionales hasta propuestas más creativas que combinan setas con carne de cerdo, ternera o bacalao.
Es una época ideal para escaparse a Osona, disfrutar de sus paisajes teñidos de amarillo y saborear los productos que hacen de esta comarca un lugar único.
La esencia de una comarca
Setas, caza, aromas del bosque y recetas que han pasado de generación en generación. En Osona, la cocina cuenta la historia del territorio: una historia de tierra, trabajo y tradición.
Y después de un día entre caminos y fogones, el mejor descanso te espera en el corazón de Vic, en el Hotel J. Balmes, punto de partida ideal para descubrir esta tierra de sabores, naturaleza y autenticidad.